Visigodos

La llegada de los visigodos a la península.

La caída del Imperio Romano en Hispania fue un proceso gradual que se desarrolló entre los siglos IV y V, marcado por una profunda crisis interna por problemas económicos, el debilitamiento del poder central, la corrupción administrativa y la presión constante de pueblos extranjeros en las fronteras.

En el año 409, varios grupos bárbaros (vándalos, suevos y alanos) cruzaron los Pirineos e invadieron Hispania, aprovechando la debilidad del control romano. Utilizaron las vías de comunicación, creadas por los romanos para adentrarse en el territorio peninsular, para saquear las villas situadas en sus recorridos dejando importantes efectos de sus incursiones. Roma, ya sin capacidad militar suficiente para defender sus territorios, permitió que estos pueblos se establecieran en distintas zonas de la península, lo que aceleró la desintegración de la autoridad romana en la Península Ibérica.

Para intentar restaurar el orden, el Imperio Romano recurrió a los visigodos, un pueblo germánico aliado del imperio, cuyo centro político y territorial estuvo durante décadas en la Galia (Tolosa), fuera de la península. Entraron de forma temporal para combatir a los otros pueblos bárbaros, como apoyo militar del Imperio Romano.

No fue hasta finales del siglo V, con las menciones documentales de los años 494 (Gothi in Hispanias ingressi sunt) y 497 (Gothi intra Hispanias sedes acceperunt), cuando se constata su entrada con carácter estable. Este proceso se consolidará tras la derrota ante los francos en la batalla de Vouillé (Vogladum, 507), que motivará el traslado definitivo de su centro de poder desde la Galia a Hispania. A partir de ese momento, los visigodos centran su poder en la península ibérica e inician la formación de su propio reino que culminará con el control visigodo de la península, que relegó a suevos y vascones a áreas periféricas. Se inicia así un momento de significativo cambio social, político y económico que se caracteriza por la integración de influencias culturales germánicas, hispanorromanas y bizantinas.

El Reino Visigodo se consolidó con la capital en Toledo (Atanagildo en 567) y logró unificar gran parte de Hispania. El rey Leovigildo (568-586) jugó un papel fundamental en esta unificación, sometiendo a los suevos en el noroeste y reforzando el poder real. Su hijo Recaredo, que le sucedió en el trono, dio un paso clave hacia la cohesión social al convertirse al catolicismo en el año 589 (III Concilio de Toledo), hecho que facilitó la integración entre la minoría visigoda, que profesaba el arrianismo y la mayoría católica hispanorromana, produciendo la unificación religiosa del reino. Durante este período, se desarrollaron instituciones propias, un cuerpo legal conocido como el Liber Iudiciorum y una monarquía de carácter electivo, en la que los reyes no heredan automáticamente el trono, sino que eran elegidos por la nobleza. Sin embargo, el Reino Visigodo no logró una estabilidad duradera. Las luchas internas por el poder y la fragmentación de la autoridad debilitaron al reino en sus últimos años. 

En el año 711, un ejército musulmán procedente del norte de África, dirigido por Tariq ibn Ziyad, cruzó el Estrecho de Gibraltar y derrotó al rey visigodo Rodrigo en la batalla de Guadalete. Esta derrota fue decisiva, y en pocos años casi toda la península ibérica quedó bajo dominio musulmán. Con esta conquista, el Reino Visigodo desapareció como entidad política, dando paso a la presencia islámica en la península durante varios siglos, a excepción de pequeños núcleos cristianos del norte que frenaron y resistieron el avance musulman

.Los visigodos en la Comunidad de Madrid.

Los primeros bárbaros llegaron a la región madrileña por las vías que habían construido los romanos asolando a su paso las villas y núcleos rurales próximos a ellas que, como vimos en otro capítulo, se situaban principalmente en las vegas fluviales de ríos como el Henares, Manzanares, Jarama, Tajo y Tajuña y en las campiñas de los alrededore y tenían en Complutum (Alcalá de Henares), el principal nodo de comunicaciones en el que confluían calzadas romanas que cruzaban la península.

Estas vías heredadas entraron en una fase de progresivo deterioro debido a la falta de mantenimiento y la decadencia socioeconómica. ​ La construcción de nuevas vías fue limitada, ya que el estado visigodo carecía de la solidez necesaria para realizar grandes inversiones en infraestructura. La despoblación de núcleos urbanos y rurales afectó el uso de las vías, y muchos asentamientos importantes de época romana, como Miaccum y Titulcia, desaparecieron o perdieron relevancia. ​ Solo Complutum (Alcalá la Vieja) se mantuvo como un núcleo significativo, mientras que otros asentamientos y necrópolis, como Talamanca del Jarama, Cancho del Confesionario y Getafe, se ubicaron en áreas secundarias o alejadas de las principales vías romanas. En general, las comunicaciones se redujeron a un ámbito más local, con un menor uso de las grandes arterias romanas y un aumento de los caminos secundarios y de tierra. ​ Este proceso reflejó el cambio político, social y económico de la época, con un radio de acción más limitado y una disminución en la cantidad y calidad de las rutas disponibles (Álvarez González, Y. y Palomero Plaza S., 1990).

Fuente: Álvarez González, Y. y Palomero Plaza, S. (1990).

En estos espacios asolados se asentaron los visigodos que reutilizaron y reconstruyeron gran parte de las villas existentes tal y como se ha documentado en la villa complutense del Val (Alcalá de Henares), ocupada provisionalmente por un pequeño grupo de invasores germánicos a principios del siglo V y en el yacimiento Tinto Juan de la Cruz en Pinto, cuya necrópolis se sitúa sobre o junto a una villa destruida en el siglo V. 

A diferencia de la mayoría de los centros urbanos peninsulares, la ciudad de Complutum (Alcalá de Henares) experimentó una renovada vitalidad, prolongando la vida en la antigua ciudad romana hasta bien entrado el siglo VI, lo que se explica en parte por la presencia de comerciantes sirios en la península, atestiguada en esta época, actuando como un importante centro de población y sede episcopal antes de iniciar un rápido declive y el traslado de su centro hacia el templo martirial de los Santos Justo y Pastor

Las necrópolis son uno de los testimonios arqueológicos más abundantes del periodo visigodo en la Comunidad de Madrid. Se han localizado casi setenta enclaves con restos pertenecientes a esta época que se sitúan junto a vías de comunicación, núcleos urbanos o poblados rurales, villas romanas o tardoantiguas, o edificios religiosos. La existencia de necrópolis excavadas en las villas romanas documentan su reutilización por parte de los visigodos y contribuyen al conocimiento del poblamiento de la región donde se han encontrado los siguientes yacimientos visigodos o hispano-visigodos. 

  • Complutum. Con un número notablemente elevado de necrópolis de época visigoda distribuidas a lo largo de sus vías de comunicación, tanto la que se dirigía a la Meseta Norte (Depósito de Daganzo, Daganzo de Arriba y km. 2 de la carretera de Daganzo) como por la antigua vía romana hacia Caesar Augusta (calle Victoria o el Camino de los Afligidos), o en otros yacimientos complutenses como la necrópolis de Equinox.
  • Cacera de las Ranas en Aranjuez. Necrópolis vinculada a un asentamiento visigodo en el valle medio del Tajo donde convivieron pacíficamente gentes hispanorromanas y visigodas. Sus excavaciones han proporcionado información sobre sus enterramientos y ajuares muy ricos y han documentado prácticas paganas pervivientes como el banquete funerario o la ofrenda monetaria 
  • La Vega en Boadilla del Monte. Asentamiento rural de época visigoda, considerado un modelo de este tipo de poblamiento en la provincia.
  • Yacimientos en Getafe. Incluyen la necrópolis de El Jardinillo y el Arenero de Perales del Río, donde se encontraron silos con restos cerámicos de época visigoda.
  • Yacimientos en Leganés. Con varios emplazamientos de cronología visigoda en La Recomba y la necrópolis de la Fuente de la Mora vinculada a un pequeño asentamiento rural hispano-visigodo.
  • Yacimientos en la ciudad de Madrid:
    • Vicálvaro (Madrid capital). Posiblemente la mayor necrópolis de época visigoda de España, con más de 900 cistas, cuya datación varía entre los siglos V-VII .
    • Pequeño núcleo de población alrededor del año 700 d.C., atestiguado por una inscripción que menciona a un presbítero llamado Bocatus y  también un cementerio visigodo de Madrid capital donde se encontraron ajuares como hebillas de cinturón y fíbulas de tipo germánico.
    • Cerro de la Gavia (Villa de Vallecas). Necrópolis infantil con una población completamente de infantes.
    • Colonia del Conde de Vallellano (Madrid capital). Necrópolis localizada en el núcleo urbano.
    • Presencia visigoda en los yacimientos de La Huelga y El Malecón (asentamientos altomedievales que comprenden época hispano-visigoda), Las Charcas, Frontera de Portugal (con cerámicas de la segunda mitad del siglo VII / primera mitad del siglo VIII d.C.), y El Guijo y El Bajo del Cercado.
  • Yacimientos en Pinto: Además del ya mencionado Tinto Juan de la Cruz, que evidencia la ocupación humana durante seis siglos, incluyendo el periodo visigodo y ha sido objeto de estudios sobre el posible reparto de tierras, destaca la necrópolis de La Indiana.
  • Yacimientos en San Martín de la Vega. El Barranco del Herrero, yacimiento hispano-visigodo con campos de silos. Gózquez de Arriba en San Martín de la Vega, descrito como uno de los asentamientos rurales más importantes y de mayores dimensiones, incluso a nivel europeo, donde se han estudiado cabañas y silos, así como la evolución de la cerámica común.
  • Santos de la Humosa. Cuenta con una necrópolis de cistas.
  • Cerro de las Losas en Talamanca del Jarama. Necrópolis hispanovisigoda del siglo VII, con catorce fosas recubiertas con lajas. Se asocia a un grupo de población rural que se relaciona con la zona serrana por su posición estratégica para el control del puerto de Somosierra.
  • Torrejón de la Calzada.  grupo de granjas activas desde finales del siglo V hasta mediados del VIII en Predo Viejo.
  • Torrejón de Velasco. Con restos cerámicos de época hispano-visigoda localizados durante la construcción de un gaseoducto.
  • Yacimientos encontrados en la Sierra de Madrid a los que nos referimos más adelante.

La investigación arqueológica ha revelado una presencia visigoda significativa en la Comunidad de Madrid entre los siglos V y VIII. Esta presencia se manifiesta en: el reaprovechamiento de infraestructuras romana, la ocupación del territorio rural y urbano, a menudo reutilizando antiguas villas o asentamientos rurales romanos preexistentes, la continuidad urbana en centros como Complutum, la fundación de poblados y granjas, la existencia de una gran cantidad de necrópolis con variados ritos funerarios y ajuares, y la producción o importación de elementos escultóricos, cerámicos, objetos metálicos y otros materiales que reflejan las influencias culturales y religiosas del reino visigodo centrado en la cercana Toledo.

Los visigodos en la Sierra de Madrid.

El poblamiento visigodo en la región se concentró preferentemente en las vegas fluviales y las campiñas aunque también hubo cierta ocupación de las zonas de montaña como atestiguan los diversos materiales que se han encontrado hasta el momento.

La presencia visigoda en la sierra madrileña se manifiesta a través de diversos tipos de yacimientos:

  • Asentamientos y granjas: Se menciona la granja de Navalvillar en Colmenar Viejo, incluida en el Plan de Yacimientos Visitables de la Comunidad de Madrid, y el asentamiento hispanovisigodo de Navalahija, también en Colmenar Viejo, datado en el siglo VII, donde uno de sus edificios se usó como taller de trabajo del hierro.
  • Poblados con función de vigilancia: El poblado de Cancho del Confesionario en Manzanares el Real, habitado entre los siglos VI-VII, es un ejemplo de enclave castreño en altura que tenía la función de vigilar y defender los pasos ganaderos entre las dos mesetas. Se han documentado estructuras rectangulares, un pozo, un silo/aljibe y un muro de cerramiento.
  • Necrópolis: Se han documentado varias necrópolis en la zona serrana, muchas de cuyas tumbas son excavadas en roca, característica especial de las zonas serranas.:
    • La necrópolis de Remedios en Colmenar Viejo, asociada a un edificio religioso y datada entre los siglos VI-VII, con tumbas excavadas en roca y cistas. Es visitable.
    • La necrópolis de la Fuente del Moro en Colmenar Viejo (siglos VI-VII) con tumbas excavadas en piedra y cistas.
    • La necrópolis hispanovisigoda de La Cabeza en La Cabrera (siglos VI-VIII), con fosas recubiertas con lajas (cistas) y una fosa antropomorfa excavada en la roca. Se la asocia a un posible grupo familiar rural.
    • Recientemente se está excavando la necrópolis de El Rebollar en El Boalo, asociada a una iglesia visigoda de finales del siglo VII e inicios del VIII.
  • Edificios religiosos: La ermita de Valcamino en El Berrueco se sugiere que pudo formar parte de un pequeño monasterio del siglo VI, con habitáculos y un altar visigodo. La necrópolis de Remedios y la recientemente excavada en El Rebollar están asociadas a edificios religiosos.
  • Tipos de enterramiento: Se menciona específicamente que las tumbas excavadas en la roca son características de las «zonas serranas».

En conclusión, las fuentes sí documentan la ocupación visigoda en la Sierra de Madrid, aunque la califican como menos extensa que en otras áreas de la región. Se han identificado asentamientos rurales, necrópolis (incluyendo la característica tumba excavada en roca de zonas montañosas), y edificios religiosos, algunos con funciones estratégicas o económicas específicas de la zona.

Visigodos en el Territorio Histórico

Los yacimientos de Manzanares el Real y El Boalo junto a la pervivencia de topónimos de origen visigodo, como el paso de «Balatomet» parecen sugerir la presencia de visigodos en el entorno próximo, si bien las constataciones de ello son, hasta el momento, poco consistentes.

La organización territorial visigoda supuso el establecimiento de poblaciones dedicadas a la explotación agropecuaria en zonas rurales. Si bien en su momento se sugirió que el topónimo Monesterio se debería a un enclave mozárabe y a un monasterio cristiano cuyo origen sería un poblamiento visigodo (de Andrés, G.; 2000 y Sánchez Meco, G.; 1999) y, a pesar de que un índice del archivo del Real Monasterio de San Lorenzo, redactado durante el reinado de Felipe IV, que recoge una leyenda sobre Monesterio, que se refiere a la presencia del último rey visigodo en el lugar, lo cierto es que esto no pasa de ser una leyenda, pues los restos a los que se refiere y que se encuentran en el lugar no son otros que los restos romanos del yacimiento de Monesterio (Undurraga Letelier, R.J.; 2016).

“parece no ser autentico lo que se dice por esta tierra que el Rey Don Rodrigo tubo en aquella casa [Monesterio] a la cava por quien se perdió España y que desde Madrid la venía a ver con color de andar a cazar por estos montes, sería posible que antiguamente ubiese avido allí otra casa y en alguna confirmación dello se muestran cerca del lugar en la Ribera del rio Guadarrama unas argamosones de edificios antiguos con algunas bovedillas que dicen eran vaños de la caba q en aquellos tiempos se usaban mucho» (Archivo General de Palacio. San Lorenzo Monasterio. Leg 2. Cit. por Nicolás Cabrillana, “La fundación del Monasterio del Escorial”, pp. 377-378.)

En definitiva, todo hace suponer que, como se sugiere para el yacimiento de El Beneficio (Collado Mediano), la zona fuese abandonada en torno al siglo V e.c. como consecuencia del desentendimiento de la infraestructura viaria de este sector de Hispania debido al declive y desestructuración de la organización política del Imperio romano y que permaneciera mayoritariamente despoblada hasta finales del siglo XII o comienzos del XIII, lo que, hasta el momento, corrobora la ausencia de evidencias de una ocupación visigoda (Jiménez Guijarro, J; 2008)

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